Jesús, el maravilloso contador de historias que es, utilizae una variedad de ilustraciones para transmitir la novedad de su mensaje. Habla, por ejemplo, de constructores, de pescadores, de labradores, y hoy escuchamos otra historia: la parábola del sembrador.
Semillas
Para aquellos de ustedes que han trabajado la tierra, saben lo maravilloso que es una semilla. Este asombroso micro-ecosistema encapsulado encierra la promesa de vida, de alimento, la promesa de un futuro.
La BĂłveda Global de Semillas, en Noruega, alberga y protege más de un millĂłn de variedades de semillas. Por motivo de posibles extinciones de variedades, mutaciĂłn genĂ©tica, o incluso una catástrofe global, dependerĂamos de esas semillas que han sido protegidas para que podamos volver a cultivar. Algunos hasta han dicho que podrĂamos utilizar esas semillas para colonizar otro planeta.
Haciendo a un lado cultivos interplanetarios, vemos en la semilla un sĂmbolo de esperanza, una señal de un futuro. Pero, en realidad, no es la semilla en sĂ misma lo que ofrece este futuro, Âżverdad? Es realmente la capacidad que tiene la semilla de transformarse. Esta capacidad de dar tiene su origen máximo en Dios, el Padre de Vida. San Pablo dice que “Ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento.” (1 Cor 3, 7).
Llamados a dar la semilla de vida
Pertenece a la madre la vocaciĂłn de fomentar la vida, nutrirla y ayudarla a crecer; pero pertenece al padre la vocaciĂłn de dar vida, dar la semilla de la vida. La misma palabra semilla en LatĂn es semina.
Lamentablemente, la imagen moderna de paternidad que ha sido caricaturizada, ridiculizada hasta el punto de mostrar al hombre de familia como Homero Simpson. Es bastante comĂşn ver en los medios a hombres de la familia representados como inmaduros, inseguros, tontos e infantiles, más como un hombre-niño que como un hombre de familia. PiĂ©nsanlo, Âżcuándo fue la Ăşltima vez que viste, en una pelĂcula o en una serie de televisiĂłn, a un padre personificado como un hombre fuerte, protector, nutritivo y emocionalmente maduro?
Por supuesto, la vocación de ser papá no se trata solo de dar vida, sino también de asumir la responsabilidad sobre ella: defender la vida y nutrirla, no solo estando presente, sino con una presencia personal, emocional y espiritualmente comprometida. Qué gran llamada la de dar vida, pero especialmente la de asumir la responsabilidad de ella. ¿No es eso de lo que trata la primera lectura? «Arrancaré un tierno brote desde la cresta de un cedro. Lo plantaré en lo alto de una montaña alta”. El Padre Celestial dice que lo nutrirá y lo hará crecer, lo protegerá y lo hará dar sombra para todas las aves del cielo.
Celebramos hoy, primeramente, al Padre del Cielo que continuamente nos da vida, y también a todos los padres biológicos y adoptivos de nuestra comunidad. Reflexionemos un poco más sobre lo que significa ser papá.
Uno de cada cuatro niños crece en hogares sin papá en los Estados Unidos. El efecto de los padres ausentes en los niños y en la sociedad en general ha sido estudiado a profundidad, Los siguientes son solo algunos estudios.
Los niños que crecen en hogares sin padre son:
- 4 veces más probables de crecer pobre—NPR;
- 5 veces más probables de cometer suicidio—Departamento de Salud de EEUU/ Censo;
- 32 veces más probables de huir de su casa;
- 20 veces más probables de sufrir alguna enfermedad mental—Centro para el Control de Enfermedades;
- 14 veces más probables de cometer violación—Justicia y Comportamiento, Vol 14, p. 403-26;
- 9 veces más probables de dejar la escuela secundaria—Informe de la Asociación Nacional de Directores;
- 10 veces más propenso a la drogadicciĂłn—arcoĂris para todos los niños de Dios;
- En el caso de las niñas, 92% más de probabilidades de divorciarse;
Tuve la oportunidad de servir en el ministerio de la cárcel durante un año, y personalmente puedo decir que los siguientes dos datos son acertados. Los niños que crecen en hogares sin padre son:
- 9 veces más probables de estar en instituciones manejadas por el Estado—Depto. De Justicia de los EE. UU., Septiembre de 1988;
- 20 veces más probables de terminar en prisión—Departamento de Corrección de Fulton Co., Texas Dept. Co. 1992;
Es increĂble ver que, si realmente queremos trabajar para disminuir la pobreza e incluso las enfermedades mentales, tenemos que mirar hacia la familia; tenemos que ver la maravillosa vocaciĂłn que algunos hombres han recibido no solo para dar vida sino tambiĂ©n de asumir la responsabilidad sobre vida. SĂ, puede ser todo un desafĂo. TĂş mismo, tal vez, creciste en un hogar sin padre. Tal vez tĂş mismo fuiste testigo de las debilidades y deficiencia de tu propio papá. Pero tambiĂ©n tĂş mismo, con tus debilidades y deficiencias, puedes decidirte a trabajar por estar más presente a aquellos corazones que Dios te ha confiado, de formar aquellas almas a ser el mayor de tus Ă©xitos, el orgullo más grande de tus logros de vida.
La paternidad es una vocaciĂłn bellĂsima que ha sido muy golpeada en nuestra sociedad, y probablemente incluso en la Iglesia. Quizás, como sacerdotes, tambiĂ©n nos hemos quedado cortos de asumir la responsabilidad de la salvaciĂłn de aquellas almas que han sido confiadas a nuestro cuidado. Algunos probablemente no han predicado el Mensaje con tanta valentĂa y lo han reducido, en un esfuerzo por hacerlo más agradable. O tal vez la debilidad de un sacerdote ha salido a relucir, y la fe de algunos en el Padre ha sido sacudida.
Vida del Padre
Padres, nuestra vocaciĂłn deriva del Padre del Cielo. Ser padre es asumir la responsabilidad de tu familia, de esas almas, de su desarrollo espiritual y emocional; asumir la responsabilidad de tu comunidad local; asumir la responsabilidad de tu paĂs; asumir la responsabilidad de tu iglesia. Es muy alentador saber que aquellos padres que sĂ hacen el esfuerzo de tomar responsabilidad de los suyos sienten una profunda satisfacciĂłn de vida. Â Los siguientes datos son respuestas de padres respecto a lo que significa para ellos su vocaciĂłn:
- El 91% de los padres dicen que ser padre es su mayor alegrĂa.
- El 85% de los padres dicen que ser padre es el mejor trabajo del mundo.
- El 73% de los padres dicen que sus vidas comenzaron cuando se convirtieron en papás.
Al comparar su propia experiencia de crianza con el comportamiento de sus padres, esto es lo que los padres dijeron:
- El 52% de los padres indicaron que muestran más afecto que el que recibieron de ellos de sus padres.
- El 47% de los padres pasan más tiempo de juego y tiempo de calidad que sus padres pasaron con ellos.
- El 46% de los padres le leen más a sus hijos que sus padres.
- El 54% de los padres dicen “te amo” a sus hijos más de lo que sus padres lo hicieron con ellos.
Al ser mejores hijos del Padre, podemos nosotros, as u vez, ser mejores padres; es en Él que encontramos la sabidurĂa del formar y la fortaleza para proteger. Solo Él puede enseñarnos a sembrar y a nutrir la semilla de Vida. Que nuestro Padre del Cielo guĂe la vocaciĂłn que han recibido, ya sea por medio de la paternidad biolĂłgica, la paternidad adoptiva o la paternidad espiritual. Que aumente nuestra presencia comprometida para con las amas que nos ha confiado y que, a travĂ©s de la intercesiĂłn de San JosĂ©, podamos madurar esta vocaciĂłn de dar vida y asumir una responsabilidad activa.
P.D.: En una nota personal, tuve la alegrĂa de ver una excelente pelĂcula que representa una paternidad moderna con una luz nueva y fresca. Aunque se comercializa como una pelĂcula de terror, A Quiet Place (Un Lugar Tranquilo), personifica a un padre fuerte, presente emocional y activamente con sus hijos y su esposa. Si has visto la pelĂcula, ¡me encantarĂa escuchar lo que opinas!
Si te interesan más datos sobre esta «crisis de paternidad moderna» mira este infográfico.
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1 comentario
Excelente reflexiĂłn Jorge, muchas gracias por compartirla. Quienes anhelamos la dicha de ser padres tenemos una gran responsabilidad… Mucho se habla de la necesidad de cambiar el mundo… quĂ© diferencia harĂa si cada familia iniciara por dedicar el tiempo a la formaciĂłn amorosa de los hijos para que se conviertan en personas Ăntegras, tolerantes, compasivas… Un abrazo!