de pastores, escándalos, y mantener la fe

El profeta Jeremías vivió aproximadamente del año 650 a.C. hasta el año 580 a.C., alrededor de seis siglos antes de Jesús, y su principal ministerio fue en la capital de Judá, en Jerusalén. En los tiempos de Jeremías, hubo intrigas políticas, puñaladas por la espalda, conspiraciones y derrocamientos. En la primera lectura, un buen rey ha sido derrocado en Jerusalén y un mal rey ha tomado su lugar, haciendo alianzas con Egipto. Incluso los profetas de la corte estaban en contra de Jeremías y apoyaban a este rey en esta traición. Jeremías habla con palabras desafiantes acerca de ellos:  ¡Ay de los pastores que engañan y dispersan el rebaño de mi pasto!

Y, en brillante esperanza, Jeremías revela cómo Dios planea arreglarlo:

Yo mismo reuniré el remanente de mi rebaño.

El Padre del Cielo sabe bien que necesitamos buenos pastores. Lo vemos en Su deseo de pastorear a Su rebaño y mostrarnos el camino, hasta el punto de convertirse en Hombre.

Jesús compasivamente ve a las personas «como ovejas sin pastor»; incluso teme que su muerte sea una causa para que el rebaño sea dispersado (Marcos 14:27) y su oración es para que nosotros seamos uno. El gran milagro es que el mensaje de Jesús vivió y perduró.

Debido a Su resurrección, Su mensaje siguió vivo. A través de la infidelidad de Sus primeros seguidores, después de la traición de Judas, después de ser negado por el primer Papa, por el propio Pedro(!), Su mensaje siguió vivo.

¿Has pensado qué pasaría si hubiera un ataque orquestado, sistémico, justificado o injustificado, contra los pastores de la Iglesia?

¿Contra los sacerdotes, como ha sucedido en el pasado?

¿Contra los obispos y cardenales, como está sucediendo ahora?

¿Qué pasaría si hubiera un ataque contra el Papa? Hemos visto muchos a lo largo de la historia. El mensaje de Cristo aún vive y perdura, prevalece a través de la historia.

Confrontación en el auto lavado

Algunos de ustedes ya  han escuchado sobre mi historia en el auto lavado:

Estaba en el auto lavado esperando mi coche, revisando Twitter y Facebook … cosas de millennials … 

Llevaba puesto mi alzacuello, que usualmente genera miradas extrañas. Había una pareja que no quitaba su mirada incómoda.

Me puse de pie y me moví.

Se pusieron de pie y se movieron.

¿Eres un sacerdote?

—¡Intento serlo! (Bromeando)

¿sacerdote CATÓLICO?

—Sí

Nosotros solíamos ser Católicos. ¿Le gustaría saber por qué dejamos la Iglesia?  

—De verdad, de verdad que sí quiero saberlo.

Ella: Nos fuimos porque el coro siempre estaba desafinado, la Misa era aburrida, la homilía era aburrida. Todo fue plano y ABURRIDO. Ahora vamos a otra iglesia, y ¡hombre puedo sentir el FUEGO del Espíritu Santo ARDIENDO dentro de mí!

Marido: ¿Quiere saber por qué yo dejé la iglesia? Fui bautizado, confirmado y casado en la misma iglesia por el mismo sacerdote. Siempre corrió el rumor de que al padre Fulanito le gustaban sus martinis. Pensé que era solo un rumor, hasta que lo presencié y no pude soportarlo. ¡Un hombre de DIOS, un pastor de la IGLESIA, NO debería comportarse de esa manera! Nah, no creo en los sacerdotes. Es por eso que dejé la iglesia. ¡No creo en los sacerdotes …! Pero, ¿qué piensa usted … «PADRE»?

(Supongo que sintieron mi incomodidad, por decir lo menos. No necesito una gran provocación para decir lo que pienso, así que respondí …

Yo: Bueno, yo tampoco creo en los sacerdotes. Pero no se preocupen, para empezar, no parece que hayan perdido una fe.

 

[miradas asombradas de la pareja]

 

Yo, a la esposa: Te enamoraste de un sentimiento, una emoción, un coro, una experiencia. Tú no tenías una fe cristiana; tenías una fe corera. Y cuando no encontraste ese sentimiento, lo buscaste en otra parte: Jesús como un sentimiento. 

Yo, al esposo: Y es posible que tú tampoco hayas tenido una fe cristiana. Pones toda tu fe en un ser humano, en un hombre, y cuando viste que ese hombre era tan defectuoso como tú, te fuiste a otro lado. Tú no tenías una fe cristiana; tenías una fe curera. 

Ambos: tener una verdadera fe Cristiana es tenerla en Jesucristo nuestro Señor y Salvador solamente. Él es nuestra Esperanza, Él es nuestra Paz, como dice Pablo en nuestra segunda lectura. Él se revela a sí Mismo en Su Santa Palabra, en el amor al prójimo, en los sacramentos, en los pastores de su rebaño, pero solo Él es nuestra Paz. Cuando ponemos nuestra fe en algo que menor a Dios, ya se está volviendo obsoleto y corrompe.

Fueron llamados para recoger su coche, y se fueron.

Un párroco joven recibió una pequeña parroquia por primera vez y decidió pasar por todas las aulas del Catecismo y presentarse. En uno, estaban estudiando el Salmo 23: El señor es mi pastor. Nada me faltará.

El sacerdote emocionado les preguntó a los niños: «¿Y quién es el pastor de esta comunidad?»

Un niño levantó su mano: ¡JESÚS! ¡Jesús es nuestro pastor!

Sacerdote: Sí … ¡tienes razón! Pero, si Jesús es el pastor, ¿eso en qué me convierte?

Niño: Supongo que eres… ¡su pastor alemán!

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Hay algo de verdad en eso, ¿apoco no? Debemos de tener cuidado con la cultura de las celebridades de nuestros tiempos. Asignamos virtud a las personas que cantan o actúan con talento o participan en política, y los convertimos en héroes modernos. Entonces, cuando sucede un escándalo, pierden prestigio y nuestro respeto. Parece que la cultura de las celebridades también ha encontrado su camino hacia la Iglesia. Celebramos los talentos humanos de sacerdotes, obispos o monjas: su predicación, su conocimiento, su genialidad o su sabiduría mediática; les damos gloria humana, exaltamos su virtuosismo y anclamos nuestra fe en ellos; y, si, cuando vemos sus defectos, terminamos desilusionados y en peligro de perder nuestra fe humanizada.

Nuestra fe está en Cristo solo. Jesús nos mostró esto en el Evangelio: La gente quería coronarlo como Rey, y Él desapareció entre ellos. ¡Él no quería eso! Pudo haber sido tentador para él aceptar esa corona. Puede que incluso haya pensado en usar esa posición real para promover el Reino de Dios, pero no quería la gloria humana. Si queremos ver su triunfo, su verdadera gloria y orgullo, solamente debemos mirar a la cruz. Esa es su gloria, su trono, el recordatorio de que el amor es sacrificio.

La vida espiritual es muy similar a la vida biológica. Como niños, ¡creemos que Mamá y Papá son perfectos en todos los sentidos! Todo lo que dicen es impecable. Son geniales, bellos, increíbles … luego empieza la pubertad. Entonces se vuelve todo lo contrario.

¡Te odio! ¡Tú no me entiendes! ¡Estás arruinando mi vida! ¡Eres un terrible ser humano!

Entonces, una adolescencia sana y madura nos ayuda a darnos cuenta de que Mamá y Papá son tan defectuosos y débiles como nosotros, que ellos también están tratando de arreglárselas con las circunstancias en las que se encuentran y lo que les ha sido dado. Por causantes de dolor que podamos haber sido, esperemos poder verlos con compasión y reconocer sus luchas.

Del mismo modo, en la Iglesia. Podemos pensar que los pastores son puros e inmaculados de la misma manera, pero luego llegamos a reconocer que tienen sus luchas. Necesitamos verlos con una mirada compasiva y luego volver a enfocar nuestra mirada en Jesucristo, quien es nuestra Paz y orar por nuestros pastores.

Sé el cambio

Algunos piensan que la mejor manera de cambiar un país es cambiar a sus líderes, sus pastores. Eso puede funcionar … por un tiempo. Si cambiamos a algunos políticos, puede provocar cambios con la gente. Pero si realmente queremos que algo perdure en el tiempo, debe de ser desde la raíz.  Por ejemplo, en la conversión de Roma, la conversión de Constantino fue lo último que sucedió. La gente ya practicaba la fe Cristiana y Católica. La derrota del comunismo. La independencia de Estados Unidos. Todos estos fueron movimientos de raíz que solo se actualizaron políticamente después del hecho. 

Entonces, si tú y yo queremos una iglesia más santa, si usted y yo queremos pastores santos, audaces y valientes como Jeremías, comenzará contigo y conmigo. Comienza con nosotros, asumiendo la responsabilidad de nuestra fe y recordándonos que nuestra fe se centra en Cristo, que es nuestra Paz. El Padre del Cielo sabe que mis debilidades son evidentemente obvias (¡Y algunos de ustedes no dejan de recordármelas!). Nuestra santidad está en Jesucristo mismo. No podemos poner nuestra fe en la fragilidad humana de hombres y mujeres. Las personas que ponen su fe en algo menor a Dios ya comienzan a perderla.

En el Evangelio, Jesús les recuerda a Sus Apóstoles que solo pueden completar su misión si permanecen con Él, y Él los llama a un lado para descansar con Él. Me gustaría dejarte con un pequeño desafío. Esto está dirigido a los pastores de familias, es decir, los padres. ¿Cuándo fue la última vez que asumió la responsabilidad de la vida espiritual de su familia? Cuando es tiempo de vacaciones, algunos piensan que también debemos tomarnos unas vacaciones de nuestra vida espiritual, que cuando no hay escuela o cuando viajamos, colocamos nuestra relación con Cristo entre paréntesis, suspendida. Jesús nos llama a descansar en Su presencia, y el verdadero ocio, el verdadero descanso solo puede lograrse en la Paz que es Cristo.

Que María nos muestre cómo asumir la responsabilidad de nuestra fe. En nuestra vida de oración, en nuestra participación en la vida sacramental, en el estudio de nuestra fe (activa y disciplinada), podemos encontrar que nuestra fe es verdaderamente Cristiana cuando nos enfocamos en Cristo. Que ella nos dé el coraje y la audacia para predicar nuestra fe con palabras y acciones como Jeremías.

 

 

 

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